miércoles, 10 de junio de 2009

Para qué la historia

Si bien este tema ha sido vastamente desarrollado por la filosofía y la historiografía, quiero apenas tocar la cuestión como para introducir el motivo que me llevó a escribir este post.
El para qué de la historia tiene un amplio campo de respuestas posibles; me interesa decir que, como construcción, derivada del esfuerzo, hace a la identidad de un pueblo. La contra-historia, el revisionismo, el contra-factismo o "lo que pudo ser" también deben ser considerados a la hora de realizar la lectura (de nuevo: construída) del pasado.
Recuerdo a Niesztche y la construcción de la genealogía sobre la moral. Partiendo desde aquella idea de contingencia, donde nada resulta una necesidad histórica ("todo pudo no haber sucedido"), la genealogía como metodología (en su caso, en pos de la construcción de la verdad y la moral, pero no viene a caso) partía del reconocimiento de la emergencia para poder conocer la procedencia. Y así desarrollar una línea histórica del objeto que fuesemos a conocer.
Detrás de esto: la pesada noción de que la historia no debe ser un relato, no debe ser una historia deshistorizada, sino una historia contextualizada en su momento. De ahí sus palabras: "Hay que fosilizar la verdad".
En el reconocimiento del pasado como legado, del presente como movimiento y del futuro como proyecto están los mejores intentos de comprender la historia, la nuestra o la historia de lo que sea que atinemos estudiar.

Recuerdo también a Rosanvallon, en aquella sentida y trabajada lección inaugural del Cóllege de France: "La historia (...) intenta hacer revivir la sucesión de presentes tomándolos como otras experiencias que informan sobre la nuestra."

A la tierra: el año que viene se cumple el segundo centenario de la Revolución de Mayo. Quizá lo antes expuesto quiera ser una invitación a participar de los festejos que se están programado. Quizá quiera hurgar un poco más profundo e incitar a que cada cual aporte su grano de arena en la celebración. Pero, si de ninguna de las dos se quisiera participar, lo verdaderamente importante sería conocer qué es lo que se celebra. La semana de Mayo implica un hecho que se disparó (emergencia) que tranquilamente pudo no haber sucedido (contingencia) y que sentó un precedente (procedencia). Reconstruir algo de lo sucedido en aquél momento, o en cualquiera de los momentos de la historia de los doscientos años posteriores, sería una grata manera de celebrar.

Como pueblo que conoce, el pueblo debe ser un conjunto de sujetos plurales históricos. Asumamos nuestro lugar, conozcamos, y celebremos; para eso vivimos.

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