miércoles, 18 de marzo de 2009

Sobre la in-seguridad

Se cae de maduro: inseguridad, seguridad, inseguridad.

No entraré en ese tema, sino en las interpretaciones sobre él. Primero porque, si bien tengo mis ideas sobre el tema, no me siento capaz de defender una postura firme sobre qué es inseguridad y cómo debe lograrse seguridad. Quizá no quiero jugar demasiado a ser sociólogo y aplicar conceptos como monopolio legítimo de la violencia, políticas públicas, el rol del Estado y demás. Y segundo, porque me interesa que, en vez de que cada uno grite entre tantos gritos queriendo imponer qué debe hacerse, me preocupa más hacer pensar a cada uno sobre su propias ideas acerca del tema. Así, al menos, podemos entender que no hay que gritar sino hablar, y que no hay que imponer sino dialogar.


Creo que el problema fundamental es que ninguno intenta comprender. Ninguno se esfuerza en adentrarse en qué consiste el problema mientras que parece no importar demasiado proponer cuáles deben ser las soluciones. ¿Rasgo de argentinidad?


Sin seguridad. Ese parece ser el contenido de la voz popular que se queja. Y eso es incorrecto. Hay seguridad, pero resulta escasa.
Y si hay 'poca seguridad' debemos tener en cuenta las varias cuestiones que implican incrementarla. Poder pensar las causas y las consecuencias. No pueden pasarse por alto fundamentos de la democracia (que tanto idolatramos y tan poco cuidamos) como la Justicia y la Libertad. Ahí es donde fallan los intentos de reinstaurar la colimba, bajar la edad imputable, exigir que se maten a los que matan. Eso sería emparchar una cuestión, esperando no futuro. Eso iría en contra del propósito que parece ser el hegemónico en la voz popular: que se quiere un mejor país para nuestros hijos.


No creo positivo unirse a la bronca de Susana pues, por empezar, ella no es víctima de nada.
Pero de nuevo. Escuchamos las opiniones de figuras como Susana Gimenez o Marcelo Tinelli, en vez de oír las propuestas de los expertos, de los cientistas, de los que estudian los casos y trabajan en soluciones posibles.

La inseguridad existe. Es una delicada cuestión. Pero que los diarios dicten que hay más inseguridad no quiere decir que efectivamente la haya. Sólo quiere decir que nosotros tenemos más acceso a conocerla. Extiendo una idea que introdujo Aliverti en su útlima editorial matutina: Si fuese tan repentina la inseguridad, veámos qué hicimos durante los ochos meses de conflicto con el campo y repitámos esa política. Porque, que yo recuerde, en ningún diario se hablaba de crímenes. Por lo tanto, no había inseguridad.

Supongo que llego a la misma conclusión de siempre. Si se quiere cambiar algo, si se quiere modificar algún aspecto de la realidad, el mejor camino para empezar es por uno mismo. Infórmese; acepte que existen diferencias de pensamientos, respételas o incorpórelas. Léase; la práctica frecuente de la lectura forma por sí sola la capacidad para poder distinguir qué nos quiere vender cada periodista, cada escritor, cada analista. Y así poder comprar con conciencia. Derrúmbe las barreras que lo diferencian del resto. Busque el consenso. Aprenda de los demás. Reflexione. Exprese su pensamiento, pero busque un fundamento. Llénese de cultura: no hay excusa posible que justifique la imposibilidad de pensar un poco más.

Pues, si realmente considera conveniente la llamada 'mano dura', no voy a exigirle que cambie de idea. Voy a exigirle que me explique por qué y para qué. Voy a exigirle debatir, voy a poner en duda su pensamiento, así como esperaré que usted ponga en duda el mío.


Para el final, dos guiños:

El primero, un comentario al pasar. ¿No es paradójico que un sacerdote (Guillermo Marcó) proponga un crímen para solucionar otro? La pena de muerte es un crímen contra la vida. Esa es mi opinión.

El segundo es más importante: mientras miles de personas acuden a una marcha, mientras cientos de periodístas escriben artículos que serán tapa de diarios de mañana, el mismo día, a la misma hora, comienza el debate sobre la polémica ley de radiodufisión que los grandes medios -corporativos- tanto quieren ocultar. ¿Concidencia? Si ha empezado a pensar por usted mismo, podrá responder esta pregunta. Y tendrá la razón.

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