lunes, 20 de abril de 2009

La realidad es un frágil decorado

La muerte del genial escritor de ciencia ficción J.G. Ballard, ocurrida ayer, junto con el modo de su muerte y su despedida, me pusieron a pensar en esta breve reflexión que quiero dejar.
Ballard supo que tenía cáncer y lo dio a conocer en un libro, el último que escribiría.
Tuvo la oportunidad de despedirse y lo hizo del modo en que mejor se expresaba: escribiendo. El resultado fue "Milagros de vida", un libro precioso, distinto al resto de su autoría.
No es equivocado pensar que todos deseamos tener la oportunidad de despedirnos.
No es equivocado desear la despedida.
Ballard la tuvo. Qué bueno, la merecía.
Si la muerte, el único pensamiento que no puede agotarse, el único que puede pensarse como eterno, genera angustia; ¿Por qué no intentar dejar algo en vida que hable por nosotros?
¿Implicaría vivir pensando en morir? ¿O nos daría un buen motivo para poder hacer eterna nuestra existencia en vida y así reemplazar a la angustia de la muerte?
Que de qué hacemos con nuestras vidas depende nuestra muerte, de eso estoy seguro.

No hay comentarios: