lunes, 8 de diciembre de 2008

Personería

Juguemos con el imaginario: hay casos en los que una persona se vuelve en sí misma una institución. ¿Es posible? Propongo un caso: Néstor Kirchner.
En este país estamos acostumbrados a tener fuertes figuras presidenciales (recordar el desfile presidencial en Diciembre de 2002 como fue considerado por los medios: crisis de representación ó crisis institucional). Es más, creo que es un rasgo de la jóven democracia que esta semana está de aniversario: no es posible pensar un gobierno sin un líder presidencial.
Así lo fue Menem. Así intentó serlo de la Rua. Así lo fue Néstor, y en este momento vemos como Cristina intenta forjarse como tal.
Aquí sólo quiero abocarme sólo al caso del último ex presidente, al que considero una institución en su sola persona.
Veamos algunos motivos que lo llevaron a tener la relevancia política y mediática, sobre todo, por el paradójico caso que se da en él: se mantiene como lider aún habiendo abandonado el cargo presidencial.

Primero, por los espacios que ha creado. Y eso implica aprovechar los vacíos. La crisis del 2001 fue en verdad una crisis política por sobre todo, más allá de lo que muchos dicen que se disparó con el corralito (lo que la haría una crisis económica); yo más bien creo que se disparó cuando el líder de la alianza decretó el Estado de Sitio. El lema popular "Que se vayan todos" hacía referencia a eso, y justamente, trajo consigo, por más que fuese por un período muy breve, lo que pedía. El caos propuso a políticos de vieja guarda la oportunidad para tomar las riendas y quedar en la historia, pero salió mal, y en su perjucio, tanto Saá como Duhalde (como figuras más significativas) tuvieron que ocultarse como varios ya lo habían hecho. Decía vacíos y estaba diciendo vacíos políticos: no quedaban fuertes imágenes individuales de la política, no quedaban salvadores. Y recordemos que éste es un pueblo que los demanda; porque todos gritamos el que se fueran todos, pero ninguno pensaba en su momento qué o quién debía tomar el mando una vez todos huídos.

Segundo, por la inteligente reivindicación del peronismo tradicional y sus valores que ha hecho Néstor durante su mandato. Sin lugar a dudas, se apropió del legado que había muerto con Perón; ni Luder, ni Menem, ni Duhalde (como presidentes o postulantes para tal) habían recuperado de manera adecuada la memoria del general. El contexto internacional, la configuración política pasada y la actual favorecieron a Nestor para la enaltación de su figura como figura peronista clásica. Traigamos a la memoria que el único cargo político que ejerce en la actualidad es, el de presidente del Partido Justicialista.

El bienestar popular de su gobierno. Es innegable: el crecimiento del país durante su gobierno fue extraodrinario; tanto así que todavía otorga márgen a Nestor como para recordar aquellos cuatro años y manifestar calma en la población.

Las fuertes confrontaciones de la actual presidenta. No sólo el campo y la 125; también los sindicatos, también el macrismo, también los privados y la AFJP, también la crisis internacional y los paquetazos de estabilización. Sectores y actores; medios y figuras creadas por los medios; políticos de la oposición y funcionarios que se fueron de su gabinete; periodistas y profesionales; de cada uno ( y hay más) ha recibido un golpe, así como ha golpeado también. En todo esto Nestor ha tenido la ventaja de no pertenecer oficialmente al gobierno. Ha sido el más grande de sus defensores, pero desde afuera. Y así, su papel tomó valor vincular: buscó relacionar diferentes sectores sociales con la política, dejando la imágen de estar buscando el beneficio de todos. Como se dice en economía, su persona se conviertió en un uso, un hábito o una costumbre por los que se rigieron las relaciones sociales entre los miembros de un grupo. Siempre cuidando su choza, por supuesto, siempre cuidando del oficialismo.

La aspiración a permanecer es el principal rasgo que caracteriza a Nestor Kirchner como una institución. Creo que poco a poco, a medida que permanece y podemos ir viéndolo, lo está logrando.
Y señalo por último, para no olvidar: una institución defiende intereses particulares. Por si acaso pensaban señalarme...

4 comentarios:

CoeXsiT dijo...

¿Lilita seria un caso inconcluso?
Lamentablemente en este país estamos acostumbrados a estos ejemplos, en los cuales los cargos políticos se transforman en hereditarios e irrenunciables.

Martín Dema Giaco dijo...

Yo creo que la gran diferencia con Lilita es que a ella se le ha negado todo cargo político de importancia al cual se ha presentado. Ha tenido oportunidades pero no ha sido capaz de aprovecharlas. Abandonar el ARI fue una señal de eso. Agrego que, en base a su actitud en el último tiempo, estoy agradecido que no haya podido conquistar una elección presidencial.
Es cierto que estamos acostumbrados a eso o ¿no sería mejor pensar que nosotros acostumbramos a la clase dirigente a tener la oportunidad de ser y hacer hereditariamente?
Lo paradójico del caso de Nestor es su ubicación: desde afuera ejerce un oficialismo rabioso. Claro que mucho de ello lo explica que su mujer sea la presidenta. Pero ojo: justificar tanto su comportamiento como su movimiento político sólo por esto último sería no reconocer la ambición que el hombre tiene.
Y eso es algo que, como hemos visto, lo ha llevado lejos.

CoeXsiT dijo...

Coincido con lo de Lilita, por eso, quizás, es un caso inconcluso.
Con respecto a lo otro, ¿en el "nosotros" no entrarían un montón de factores que fueron utilizados para lograr eso en los cargos políticos?
Por ejemplo, el hambre, provocador de tantos otros aspectos.
Sigamos. Está bueno esto, a 25 años de la democracia.

Freak Out dijo...

hablando llana y a la vez poéticamente...su ambición nos llevatrá nuevamente hacia el pozo mas profundo...atados los hombres a intereses particulares. De esta manera seguiremos avalando figuras oscuras de una supuesta democracia.